jueves, 10 de marzo de 2011

¿Cuál es la gota que colma el vaso?

¿Cuánto más vamos a soportar este tipo de formación?
¿Cuánto más vamos a callar?
¿Qué haremos el día de mañana? (aquellos/as que no queremos ser docentes ni orientadores ni opositar, porque aunque intenten hacernos creer lo contrario, hay muchas otras salidas).
Para mí, el vaso está colmado desde hace tiempo, lo que no entiendo es como gran parte de mis compañeros/as no comparten esta frustración, o al menos, no la manifiestan.
Reconozco que yo tampoco estoy haciendo una gran labor escribiendo en un blog que quizás no vaya a ninguna parte, pero estoy intentando aportar mi granito de arena, tal vez si todos nos implicaramos en un cambio, y no tiene por qué ser este blog ni mucho menos, otro gallo cantaría.
A mí me parece absurdo ir a clase y tener que volver a casa en menos de una hora porque un/a profesor/a no se ha organizado en absoluto, la clase se ha convertido en un caos, y la mejor solución que se le ocurre es mandarnos a casa. Creía que estaba en la universidad y no en el instituto.
Me parece absurdo asistir a unas clases con profesores prepotentes, desinteresados, desorganizados, que me exigen responsabilidades pero se olvidan de las suyas propias como educadores.
Pero no voy a contar anécdotas de clase, aunque lo cierto es que ya llevamos acumuladas unas cuantas y el cuatrimestre acaba de empezar.
No propongo nada en concreto más que abrir los ojos ante nuestra absurda realidad, nuestra incompleta formación, problemas de organización, de planificación, de horarios, de aulas y un largo etc. interminable.
Hace unos días, hablando con una compañera en cafetería, me dijo:
"La titulación de Pedagogía deberían quitarla durante unos años y dedicar el tiempo a reorganizarla y reconstruirla, empezando por las asignaturas y terminando por los profesores".
Ya que a veces se nos ha acusado de hablar sin aportar soluciones, para mí, esa es la única solución.